La pasada semana estuvo colmada de controversias en torno a la sucesión política del partido más longevo en la historia del país, culminando con la triste escena de la vicepresidenta del Partido Popular “Democrático” ofreciendo una conferencia de prensa literalmente en la calle porque la dirección del partido no le dio acceso a sus facilidades. Y no se equivoquen, porque esto no es un chisme político. Esto es pura violencia política contra las mujeres del país.
La violencia contra las mujeres en los espacios políticos constituye una de las principales barreras para el acceso de las mujeres a los espacios de liderazgo, de elaboración de políticas públicas y de poder político. Ningún país puede llamarse verdaderamente democrático si ignora y e intenta suprimir a la mayoría de su población. Aun cuando nos traten como minoría, las mujeres representamos un 52% de la población y la fuerza electoral.
La violencia política contra las mujeres continúa siendo una de las principales barreras para el ejercicio de la ciudadanía y para el disfrute de los derechos más básicos de todo ciudadano en cualquier democracia- el derecho al voto y el derecho a la expresión mediante la participación política.
Si bien en los últimos años se han realizado esfuerzos sostenidos para impulsar el acceso y el ejercicio del poder de las mujeres a las instituciones democráticas, la práctica ha puesto en evidencia una forma de hacer política violenta, sexista y excluyente. Colocando a las mujeres que actualmente ocupan posiciones políticas en niveles de subordinación y/o en reproducción de discursos y prácticas machistas que incluso van en contra de sus propios intereses como mujeres.
Las acciones de esta violencia política contra las mujeres se presentan en los intentos de invisibilizarlas, desacreditarlas, realizar comentarios despectivos sobre sus capacidades por el hecho de ser mujeres, hacer chistes o comentarios machistas, así como negarles espacios y facilidades a las que tienen derecho como militantes de un partido y no facilitarles los recursos para el desempeño de sus cargos. También se ejerce violencia política contra la mujer acosándolas y hostigándolas, sexual y laboralmente, como mecanismo de vulneración.
La violencia política contra las mujeres es un fenómeno que está sumamente arraigado en la vida pública puertorriqueña y debe ser combatido de manera urgente para así ayudar a normalizar la presencia de mujeres como detentoras de poder. La voluntad política es indispensable para erradicar el machismo de nuestra cultura y generar cursos de acción que erradiquen las prácticas que afectan, y en muchas ocasiones arrebatan, la vida de las mujeres. Alcemos la voz.
Columna publicada originalmente en El Nuevo Día: https://www.elnuevodia.com/opinion/punto-de-vista/tenemos-que-rechazar-la-violencia-politica-contra-la-mujer/
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